"No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves"
Mario Benedetti
No creo en el amor o más bien, no quiero creer. Hace rato le perdí la fé y las ganas a eso de brindarse entero y que te retribuyan con rasguños, de esos que calan hondo el alma, que la dejan irreparable. O tal vez no crea en que existe alguien capaz de pagarme de otra manera.
No creo en que dos personas puedan planificarse juntas, complementarse.
Me niego a someterme a reuniones familiares, a compromisos sociales, a exponerme a ir entregando partes de mi corazón como un todo, que me será devuelto en partes.
No quiero ser hipócrita, debo confesar que alguna vez amé, y me amaron. Pero la vida hizo que, pese a todo ese amor, no podamos juntar su camino con el mío y hacer de los dos uno por el cual transitar de a dos.
Creo que el amor no muere nunca, cuando es verdadero, sino que muta. Este mutó en una amistad particular y cómplice, con diálogos de felicitaciones, de consuelo, de llanto sobre cualquier cosa que no implique a otros amantes. Aunque en silencio ambos sabemos que cada uno ha continuado con su vida, y es bueno. Eso de contar con alguien que te conoce en profundidad, que te vio vestida como una reina, como un ciruja y hasta desnuda; que conoce tus estados sin mediar palabra. A quien le cediste alguna vez unir los dos cuerpos en uno, entrar en tu anatomía. Y todo confluído en esa rara transmutación de sentir lazos de sangre, de esos que te llenan el alma y que son libres de sexo.
Así me dediqué a vivir desde el día en que recuperé mi soltería y la posesión de todos mis sentimientos.
Busqué relaciones intensas, pero con hombres que no quisieran compromisos. Quizás porque ya los tuvieran o porque su corazón estaba tan atrincherado como el mío. Constaté siempre que alguna de estas condiciones se cumpliera, traté de evitar a toda costa lo inevitable. Las ideas claras confunden, y pese a que lo que pude cosechar fue en su mayoría buenos amigos o conocidos, me quedó algún enamorado que no entendió bien la consigna, y al que no me dejó otra más opción que pagarle con momentos valuados en pocos centavos, por las suntuosas eternidades que me ofrecía.
Y así llegué a los 30: totalmente convencida de que "Susanita" era un personaje digno de todo tipo de burlas. Pensando seriamente en entrar a un quirófano a hacerme una lipoescultura, de esas que se mantienen con los años, los años vacíos de embarazos, hijos o noviazgos/maridos problemáticos.
En casa dicen que soy un varoncito con tetas (porque tetas tengo, ¿O cómo creen que me conseguí los enamorados?), siempre haciendo el juego de seducción acorde a la presa en la mira de ese momento, dejando sonar eternamente el teléfono después de haber conseguido el objetivo. Porque los juguetes nuevos, después de un corto tiempo de uso, pierden la gracia.
Quizás atendí algún llamado desde un sillón cómodo, y rápidamente corté con la excusa de estar manejando en medio de un terrible embotellamiento. Sin explicar, claro, que lo único embotellado eran mis sentimientos en algún envase inviolable del que no los pensaba sacar para entregárselos a nadie.
Todo marchaba sobre ruedas. Mi corazón aunque impenetrable, seguía intacto. Mi cuerpo no tenía dueños, pero lo prestaba de a ratos. La música no me recordaba la sonrisa de nadie, menos su olor, ni besos. La música era simplemente eso, música.
Recomendé este estilo de vida a cuánta mujer, hombre o el sexo que fuera, que acudió a mí llorando por su enésimo fracaso. Basada en una teoría (mala por cierto) de que la manera de vivir en paz, con uno y con el resto, era justamente esa: mantener separados a "uno" y a cualquiera que puediera ser "resto".
No era feliz, pero tampoco lloraba por nada.
Y entonces... en ese jardín prolijo que era mi vida, con el pastito cortado al ras y los arbolitos bien podados según un diseño exclusivo y preciso... en el medio me creció un Hombre.
Mierda!
¿Tenía que pasar ahora?
Lo ignoré, después disimulé y me hice la boluda. No sirvió nada.
Ojo eh! no estoy hablando de amor, no soy tan tarada ni contradictoria.
El amor no pasa de un día para el otro, es cosa de valientes y yo le vengo huyendo de pura cobarde.
Y acá lo grave del asunto: él me llenó de coraje.
Pero si algo tiene un Hombre, es que te conquista aún sin proponérselo. Y un "varoncito con tetas" como la que suscribe, no tiene los dotes como para devolverle el favor.
Entonces delibero conmigo misma sobre la conveniencia de intentar ser una dama que le arranque unas ganas irrefrenables de conquistarme, y fracasar en el intento. O bien seguir siendo esto que soy, intentar seducirlo... y fracasar en el intento.
Acá es cuando tomo conciencia de que se me cayó el reino.
Lo miro decidida a contarle todo, a decirle que lo quiero cuidar, que quiero compartirme con él y que él se comparta conmigo. Pero carezco de poder de persuacion, entonces con el poco valor que me caracteriza, desisto.
Todo el personaje que construí con tantas de mis lágrimas, se me viene a desmoronar con un par de sus sonrisas.
De repente quiero volver a creer, y no sé si él es quien finalmente voy a llevar a algún cumpleaños, o va a presenciar las actitudes insanas de mi madre en algún evento navideño... o si simplemente es un puente a conocer al desafortunado predestinado a un futuro, corto o largo, al lado mío.
Lo que puedo asegurar es que probar y ver qué pasa es una opción que no me disgusta.
Destapar la botella y darle libertad a mis sentimientos.
Salir al mundo con el corazón en la mano a riesgo de que resulte aniquilado no me asusta.
Será que confío en que cuando todo es tan natural surge una historia amor, o una gran amistad.
Quizás sea mi fé en la capacidad de reparanos el uno al otro, para al menos, y si no somos nuestro destino, podamos abrirnos a la chance de salir a buscarlo.
Y si hay una prueba de que mi teoría era fallida, es esto de que la música vuelva a tener un rostro que la saca de ser simplemente música, para ser rock.
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ResponderBorrarcomo siempre brillante lo tuyo. franco
ResponderBorrarLas personas tienen esa costumbre recurrente de huir de las cosas buenas, por miedo. Para preservar vaya a saber qué cosas de vaya a saber qué males.
ResponderBorrarNo hay ninguna herida que no pueda sanar lamiéndosela un poco.
La vida es ir de tropiezo en tropiezo y levantarse cada vez. Son clichés efectivos como modus vivendi. El tiempo es tirano. Llevate todo lo que puedas, no le regales momentos a la nada.
Las cosas son simples, las personas las hacemos complicadas.
Que sea ROCK!
ResponderBorrarRuega un gran tema, lo mismo te deseo a vos...
Que sea ROCK!
Como siempre, me encantó y me atrapó!
Felicidades!!!
Me encantó, realmente me encantó. Y me identifiqué demasiado con la frase ¨Todo el personaje que construí con tantas de mis lágrimas, se me viene a desmoronar con un par de sus sonrisas.¨ </3
ResponderBorrarTe felicito preciosa! =)
Aqui yo.
ResponderBorrarVengo a firmar (o afirmar)ahora que no estoy al lado tuyo parece más creible. Si, una boludez.
No creo 100% en las "Susanitas" ni en las "Rudas".
Todas congelamos el corazón alguna vez para no sufrir....hasta que algún calorcito lindo viene y te lo descongela.
Y te pone rock, y varios géneros musicales más. Colchoneros por ejemplo,capaz algún tema triste....lo bueno es que duran no más de 5 minutos cada tema.
TE AMO MAE.
Te invejei no começo do texto, queria também saber ser um "varoncito con tetas". Mas o texto foi correndo e tu te desmanchando numa mulher exata como eu, que faz a tonteria de cair na armadilha do desejo de entrega e perde o controle de tudo. Tantas vezes... Não hesite, nesse ponto não há sofrimento evitável. Viva e boa sorte!
ResponderBorrarHermosisimo!! Es un gustazo leerte, como todos los días! =) espero que estés super bien y ya hablaremos, como en algún momento.. besotes!!
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