sábado, 3 de diciembre de 2011

Los amantes que no serán



"Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no se cómo ni sé
con que pretexto
pero quedarme en vos"

Táctica y estrategia - Mario Benedetti.





Se observan.
Se tocan con la mirada.
En medio de la gente, del ruido, de todo, y de nada, ellos se hablan en silencio.
Se besan con los ojos, se acarician con una sonrisa.
Detienen el mundo, y el mundo no se entera de que hace rato ya no gira.
El tiempo les es ajeno, y ellos no viven en el tiempo.
A nada pertenecen que no sea el uno al otro, el otro al uno.
Todo se estatiza menos sus sensaciones, que se arremolinan, que quieren salir en un grito, que arden en sus pechos y se suavizan en sus voces.
Tarde se encontraron, o quizás temprano. Depende de ellos.
Dos perfectos extraños, que saben mas del otro que nadie, que cualquiera.
Existen por separado, pero son juntos.
Y nadie lo nota, ¿o si? No importa, porque ellos no notaron a nadie.
Ya no hay público, entonces, incrédulos de lo que sienten, intentan comprobarlo.
Se subliman el uno en el otro, y constatan todo en forma de un latido fuerte. O varios.
Se suspiran, se respiran. Arden.
Sus cuerpos se funden, nadie está arriba, nadie está abajo. Son uno en el otro.
Son una sola boca, los besos mas tiernos, el sexo terrenal, el orgasmo celestial.
Se activan los relojes y la realidad los golpea en forma de un beso de despedida.
Se van pensando en que una vez mas, llenaron de amor el espacio.
Desconcertados de un futuro incierto, improblable y hasta inexistente.
Felices de un presente intenso, tangible, inextendible.
Se saben recuerdo en algún futuro, se saben eternos en algún pasado, que es este presente.
Se sueñan juntos por separado. Vuelven a encontrarse.
Empieza de nuevo el juego, y lo disfrutan aun sabiendo que al fin y al cabo, no pueden salir ilesos pero indudablemente, resultarán ganadores.

Son un rompecabezas, son oscuridad, son dolor. Y sin embargo, son felicidad.




jueves, 17 de noviembre de 2011

La historia con fin

o de como una historia puede ser feliz pese a su final.



"A cuidarse. De la infidelidad al amor hay un solo paso."
"Encontrar es haber desencontrado. Desencontrar es perder. Perder es la esperanza de volver a encontrar. El círculo de las ilusiones."
@_lavacadrogada




Se encontraron, tarde pensaron, pero quienes son ellos, ni nadie para ponerle cronómetro al amor. 
Charlaron horas, noches, días enteros. Sabían que no estaba bien, presentían que iban a romper todas las reglas del buen casado infiel y de la buena amante, pero se lo negaron, pudo más la atracción, no tanto física como química.
El primer beso, o su intento, fue un poco incómodo. Antes de que sus lenguas se tocaran, debían ponerle las clásicas palabras aclaratorias, esas que delimitan que ninguno quiere ni puede (por motivos muy distintos) encariñarse, ni acceder a nada que siquiera se parezca a una relación. 
Y cuando finalmente concretaron el encuentro de sus labios, todo lo dicho antes, empezó a sonar a frase hecha, sin contenido real que la sustente.
Tuvieron entonces su primer noche juntos, durmieron abrazados, se cuidaron. Una noche de esas particulares, llenas de magia pero vacías de sexo. El principio del fin.
Inicialmente pasaban días sin verse, pero en un contacto cotidiano, casi adolescente. Después empezaron a extrañarse, y la catástrofe fue en ese momento justo en que dejaron de sentir nostalgia por los momentos compartidos, para pasar a necesitar compartirse.
Aceptaron desde el principio las bases y condiciones, pero ninguno de los dos había mirado la letra chica.
Se tocan, se miran, se besan. Y saben que cada encuentro puede ser el último, quizás sea por eso que intentan disfrutarlo hasta el segundo final. Ese en que se despiden, y ella se queda mirando como él se va. Grabándose la imagen de su espalda, sabiendo que en algún momento esa imagen va a ser el último recuerdo que los una. Y mientras tanto se van llenando de otros recuerdos. 
Es una historia de amor, esas en que su final no significa fracaso.
Los miro de lejos, no creo que hayan notado mi presencia.
Los veo acomodarse la ropa y el pelo, después de haberse dado uno de esos besos con gusto a último.
Los miro pensando en qué sentirán en secreto y sin contarle al otro, cada vez que toman contacto con la realidad, de que de la infidelidad al amor hay un solo paso, y de ahí otro paso más, aún mas corto, a un final inevitable, tan inevitable como no querer que llegue nunca.
Él, mucho más racional. Ella, resignada por completo a terminar con el corazón roto, pero lleno.
Y siguen encontrando cómo hacer para parar el mundo, para ganar tiempo perdiéndose uno en los ojos del otro.
Y yo, que no creo en el amor, los veo como una excepción. Se les nota en los ojos. 
Se abrazan para despedirse, como si no fueran a soltarse en un millón de años, y se les llena el pecho de un centenar de lágrimas, porque no tienen chance. 








sábado, 12 de noviembre de 2011

Noches perfectas de besos despierta



"Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente"

Rayuela, capítulo 7 - Julio Cortázar. 


Me mira. Me pone nerviosa, pero de esos nervios tiernos, esos que te dan a los 16. Me acomodo el pelo, me corro el flequillo de los ojos así puedo ver su expresión cuando me mira.
Los ojos se encuentran, y se da una guerra entre las miradas, pero ninguno de los dos es buen perdedor, entonces nos mantenemos así, observándonos. Y ahí es cuando todo se detiene.
El mundo deja de girar, no hay mas ruidos, no hay luz, no hay oscuridad. No hay nada. Todo pasa a ser nosotros, y él me encanta así y sin varita. Él es magia.
Se me cae de nuevo el flequillo en los ojos y se termina el hechizo.
Me agarra de la mano. Seguimos caminando. El silencio queda roto en una carcajada cómplice, en un "te quiero" de esos que mienten, porque "te quiero" no alcanza.
Mi noche perfecta no necesita más que eso, y algún helado, algún chocolate que le de un poco de gusto al momento. Y algunos besos de esos que le dan sabor al recuerdo.
Seguimos caminando, hasta que llega ese momento en el que creo en el fin del mundo: lo vivo en el último beso. La vida deja de pasar, hasta que otra vez lo encuentro en ese pasaje donde un abrazo nuevo me espera, donde me siento viva, donde el amor me da revancha, y me gana en mi desafío de su inexistencia.
Empieza de nuevo el ritual con el pelo, pero seguro es distinto al de otra noche, porque cada momento que él me regala es único. Y empieza otro día de amor en la Tierra. En esa que en nuestras horas, ocupamos solo nosotros dos. Y aunque el final esté escrito y leído, nada nos puede hacer dejar de disfrutar el libro, letra a letra.

viernes, 28 de octubre de 2011

Me afecta.



No tiene ningún sentido pero me repito la frase: no me afecta. Como si la voz de mi consciente pudiera pasarlo a mi inconsciente y hacerla real.
No puedo.
Me afecta. Por primera vez, me afecta.y mucho.


No me asombra tanto si lo pienso. Hay cosas, situaciones, que no se eligen: tocan, pasan, llegan. 
Pero que no me asombre no quiere decir que no me sorprenda.


Terca, testaruda, extremista. Mirando la revolución a mi alrededor, en mi interior. Replanteando como no cambiar los paradigmas pero tratar de interpretarlos de otro modo. No se puede. Me niego al cambio y por ahora, voy ganándome a mi misma en esa batalla. Pero... ¿y si no la gano?


El miedo no fue mi mejor consejero, pero si fue mi superhéroe, el que tanto tiempo me mantuvo a salvo. 
Tal y como en un cómic de Marvel, el villano pudo birlar al enmascarado ese que me tiene enmascarada.
Y tal como en aquellos famosos libros que leí a los 10, me toca "Elegir mi propia aventura":
-Si quiere que gane el superhéroe continúe hasta el final del libro que es su vida, conociéndolo: morir ilesa pero sin emociones.
-Si elige darle lugar de juego al villano, abra en una página al azar, no hay forma de saber cómo sigue la historia.
-Si prefiere rendirse y que el villano sea triunfador, sepa que va a llegar al final con el corazón roto, pero lleno.


Y ahora? 










martes, 16 de agosto de 2011

Dora la Exploradora


"Hoy no puedo poner ninguna cita, porque nadie puede hablar de mi mamá como lo hago yo"

Mae




Tengo una relación muy particular con mi mamá. Debe ser quizás porque fue forjada de adulta, o porque me trajo al mundo pero tardamos unos cuantos años en que me pudiera contar como debía transitarlo desde su punto de vista.
Sí, mi mamá hizo la gran “voy a comprar puchos” cuando yo tenía 7 años, pero con la merienda. Debe ser por eso que no me gusta merendar.
Hasta los 7 se encargó de enseñarme cuatro cosas que nunca pude dejar de hacer: hablar, leer, escribir y tomar mate.
No me enoja que se fuera, me enojó en su momento que sus agumentos no me bastaran, pero sin embargo hice mi falta de comprensión a un lado. Y perdoné. Cosa que también aprendí de ella, pero por genética pura.
Creo que algo que me gusta de mi es eso de que si los muertos eran unos turros en vida, después de que se van para donde les toque, a mi me siguen pareciendo unos turros. Entonces elijo rescatar la parte buena mientras las personas están vivas, porque es cuando uno puede disfrutarlas. Para sacar el cuero, nos queda toda la eternidad de la ausencia.
Y bueno, entonces prefiero hablar de mi mamá ahora.
A los 16 reanudamos la relación, tras varios intentos frustrados. E igualmente le dije todas las barbaridades que se les puedan ocurrir hasta los 25, y de vez en cuando se las digo ahora, con 30.
Pero hoy algo me hizo un click: me acordé de esos años que no la tuve al lado y se me llenó la panza de angustia y me dí cuenta que un día, no la voy a tener más pero por tiempo indefinido. Y ahí, se me llenaron los ojos de lágrimas.
Mi mamá se equivocó, como todas las personas. Tuvo sus razones, las respeto a muerte. Pero también hizo cosas que nadie haría por mí, ni siquiera una madre.
Ella tiene el superpoder de llamarme las pocas veces que tengo sexo, y cortarme el polvo. Así como el de llamarme cuando estoy hecha polvo y levantarme.
Me ha dado los peores consejos de mi vida, y la libertad de no seguirlos.
Discutir con ella es la muerte: le pone una garra a no entender nada, que admiro, porque es la misma garra que le pone a sacar su vida adelante. Y no es fácil, empezando porque le toca lidiar con esta hija y después porque es la mina más laburante que vi en mi vida. Con sus 60 años sigue levantando pacientes. Con sus operaciones a cuestas, con sus achaques de la edad, y de los vicios.
Tantas veces le pondría un botón de mute, pero no quiero perderme ninguno de sus “te quiero”. Porque es una de las personas que con mas sinceridad me lo dice.
Hasta hace poco yo decía que ella nos quería muchísimo (a mí y amis hermanos), pero que no nos quería como se quiere a un hijo. Puta que estaba equivocada.
Me doy cuenta que me encuentro siempre en su mirada, y eso es porque aunque yo me lo haya negado mucho tiempo, soy sus ojos. Y ella, es los míos.
Tiene una torpeza infinita. De esa que a los 17 me enfermaba la cabeza, a los 25 me daba risa y hoy me da mucha ternura.
Canta hermoso, aunque ella diga que por su “problemita de salud” ya no le sale. Mentira, canta unos tangos que hasta un wachiturro lloraría de emoción escuchándola.
Es linda: es una rubia con unos ojos verdes, que te sacan cualquier dolor, con un brillo que te puede llenar la cara de una sonrisa inmediata.
La miro, así toda hinchapelotas como es y no puedo dejar de tener ganas de que sea eterna. Y de un día poder ser la mamá que ella es hoy conmigo.
No estuvo unos años largos, pero me dio unos hermanos que me cuidaron como oro, y calculo que algo de eso, se los debe haber enseñado ella.
Cada día que pasa estoy mucho mas cerca de no poder abrazarla todo lo que quiero, y todo lo que mi orgullo a veces tampoco me deja. Y recién ahora caigo en la cuenta.
Y la miro sonreir, con esa sonrisa que le pone al mundo de fachada porque en realidad con lo mucho que le cuesta respirar, no sé como carajo le sale.
Hoy les quería contar eso, que mi mamá es una persona, con todos los errores que ello implica y con los aprendizajes que deja. Debe ser por eso último que la mayor parte de las veces tiende a ser perfecta.
Y sí, yo soy hija como todos: de las que no quieren atender el teléfono, de las que se cansan, de las que contestan como el culo. Pero también de esas que el día en que no pueda darle un abrazo, se me va a haber ido un pedazo del alma.
De esas que está orgullosa, y no puede dejar de agradecerle que me haya dado esta vida, y no hablo de parirme: hablo de la que me tocó llevar, la que me hace ser esto que soy. 
Y acá dejo de escribir, primero porque lloro y después, porque la tengo en el teléfono contándome un chiste del que seguro se va a olvidar el final, así que en un rato me vuelve a llamar y lo termina.
Y la sigo atendiendo, aunque me sepa el final del chiste, porque esa charla termina seguro con uno de sus "te amo tururita" que me dan nafta para seguir hasta que la pueda abrazar de nuevo. (Aunque ella ni siquiera sepa).



y yo la quiero porque es así y como es...



lunes, 1 de agosto de 2011

Cuanto mas miro la tele, menos quiero a la gente.


"La belleza de la condición humana esta en la magia de que la gente es capaz de hacer cualquier cosa cuando existe un rumbo. Cuando no hay rumbo, no somos capaces de hacer nada".
Bur.




Conocer. Confiar. Respetar. Querer. Dialogar.

Hay un ciclo que a veces no se cumple, o el orden de sus factores se altera y se termina cagando todo.
La impotencia de la charla que no puede ser diálogo, porque sin entendimiento el diálogo no existe.
Dice Peter Senge que para poder dialogar, hay que suspender los modelos mentales.
A veces uno arrastra de relación en relación, cualquiera sea el género o estilo de la misma, los fantasmas de relaciones anteriores que se perdieron en el tiempo, o de otras paralelas que funcionan de tal o cual manera. Prejuzgamos a una persona, según lo que conocemos de otra. Eso serían los modelos mentales a los que este buen hombre le ha dedicado páginas enteras (con palabras técnicas que no se parecen ni un poco a lo que dije) de un libro que se estudia en las carreras de negocio que si uno tiene la fortuna de leer, se da cuenta que sirve para todos los ámbitos de la vida.
Los hombres se quejan de que "todas las minas están locas, y no se las puede entender". Las mujeres se quejan de que "todos los hombres son iguales". Dejénse de joder todos ya. Nadie es igual a nadie, lo que pasa es que no nos tomamos el tiempo de ver cuán diferentes son las personas entre sí, y lo que termina siendo igual es el trato que les damos, teniendo obviamente los mismos resultados a repetición en las reacciones que provocamos. Porque en todos los órdenes de la vida, dijo alguien muy inteligente que no me acuerdo quién era: "si querés resultados distintos, tenés que cambiar el método". Ahora, si yo cambio el método pero la otra parte no, es al gas absoluto.
Hoy escribo con bronca, dicen que no me enojo nunca y es verdad. Evito enojarme con todo lo que pueda hacer a tales fines, porque cuando no lo puedo evitar me desborda. La ira se me sale por los poros, y hasta llego a enfermarme físicamente. Me rompe la bronca. Y me lo merezco, porque si me rompe, es porque la bronca finalmente es conmigo misma.
Me hinché soberanamente las pelotas de no encontrar la foma de expresarme correctamente, porque no puedo ser una incomprendida del mundo: el mensaje tiene que estar mal enviado.
No quiero a mucha gente, pero cuando quiero es con ganas. Me sigo equivocando en creerme correspondida, quizás por creer demasiado en la palabras cuando hay cosas que te las tienen que demostrar en un abrazo silencioso.
Me rindo, no apuesto ni juego más. No me enseñaron a perder y evidentemente no sé la táctica para ganar.
Hasta acá llegan todas mis relaciones interpersonales. Me quedo con la tele, la computadora o lo que sea imposible de generar sentimientos. Donde si uno pone el mensaje mal te lo corrije. Que se repara con un servicio técnico o se puede reemplazar con otro igual, y que finalmente, no espera de uno mas que la contemplación. Y si quiero una opinión google o algún canal de documentales, seguro me la puede dar.

Necesito que el mundo se vaya bien a la concha de su hermana. Y si el mundo no se va, entonces me voy yo.


Alguna vez me tocaba no salirme con la mía y quedarme ya sin fuerzas ni para discutir, no?







domingo, 24 de julio de 2011

Pequeño recuento


La belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora.
José Ortega y Gasset


Siempre me dicen que no tengo amor propio, que no me estimo como debiera. Y tengo la sensación de que cada vez que alguien me dice algo así, es porque aprecia más la estética que cualquier otra cosa.
Sí, no soy un ejemplo de belleza. Pero amo tantas otros aspectos de mí misma.
Quizás cuando miro un espejo elijo cerrar los ojos, pero cuando miro para adentro rescato cosas mucho mejores.
Lo más irónico: no es que me crea llena de virtudes, aprendí a amar mis errores. Aprendí a convivir con Mae toda. En sus cosas óptimas y en las no tanto.
Elijo darle la cara al mundo siempre, una bienvenida a todas las cosas buenas que están por llegar y a todas las cagadas que indefectiblemente me voy a mandar.
Pero cuando doy la espalda no me doy vuelta ni a mirar siquiera. Intransigencia que le dicen...
Me asumo ser humano por sobre todas las cosas y me admiro de poder cometer errores libremente. Es mi esencia.
Jamás ante las adversidades me pregunto “por qué a mi”, la pregunta es “por qué a mi no” y de ahí en más o se busca la solución (de existir un problema), o se toma mucha agua para pasar el mal trago.
Soy apasionada cuando amo y cuando me enojo. Me ciego, y prefiero cegarme con pasión que con necedad.
Soy irritable e iracunda, pero también muy disimulada.
La vida no es fácil para nadie, siempre se quiere la de al lado. Yo elijo quedarme con todos mis conflictos que en 30 años aprendí cómo analizar antes que con la vida “fácil” de otro que no tengo idea de cómo manejar.
Soy terca y orgullosa, con empeño. Con el mismo empeño que pongo para detectar mis propias culpas y saber pedir las disculpas que correspondan, aunque mastique bronca, la bronca de no tener la razón.
Tengo cosas a medias, que así las dejé por motivos valederos, pero también toda una vida por delante para poder terminar las que sí valgan la pena.
Soy leal, y eso es de lo que más me gusta de mí y de los demás.
Pierdo todos los duelos, pero finalmente lloro con ganas y puedo tocar el fondo de mi propia sensibilidad, que me recuerda que soy persona antes que nada.
No soy buena queriendo a los hombres, me enamoré una sola vez en la vida. La ventaja es tener el corazón intacto y lleno, la desventaja es otros corazones que se rompieron en el camino. Hay un rumor que dice que es porque trato a la gente con mucho respeto y generosidad dando lugar a confusiones, yo digo que es porque nunca me miraron a los ojos: mis ojos no mienten nunca.
Tengo amigos pocos pero buenos. De toda la vida, pero también cuento con la capacidad de generar nuevos amigos de esos que parece que conocés desde el útero. Y para mí, siendo el hombre un ente por naturaleza social eso es un mérito rescatable. Eso sí, todas las personas que me conocen saben que soy distraída y no esperan mi llamado diario. Aunque saben que voy a aparecer en el momento justo.
Pongo a mi familia por sobre todas las cosas pero no tengo reparo en sacar de mi corazón a cualquier miembro que no mantenga los códigos básicos que manejamos el resto. No mitifico muertos ni desgraciados. Se perdonar, me cuesta olvidarme, pero cuando perdono, amya no ve ni camina. Se desgraciorque nunca me miraron a los ojos: mis oMMMi tía por ejemplo, es ciega y le amputaron una pierna: y es una vieja hija de puta que ya no ve ni camina. Mal que le pese escuchar eso a mi mamá cada vez que se lo digo.
Se perdonar, me cuesta olvidarme, pero cuando perdono vuelvo a foja cero.
Dicen que no me escuchan muchas quejas de mis propios problemas y es verdad. Me cuesta mucho sublimarme a mí misma por ende me cuesta recibir ayuda y más aún pedirla. Eso no impide que esté siempre ahí para cuando alguien me necesite.
Los test dicen que además soy inteligente aunque soy muy vaga para darle uso.
Sí, no seré la flor más bella… y aunque lo fuera preferiría ser elegida por todo el resto.
Cuando lo que prima es la estética en la elección, uno se obliga a que “nos cierren” un montón de otros factores. Hasta que los años hacen lo suyo y es inevitable que todo esos círculos se abran.
Será por eso que yo tampoco elijo basándome en la estética. Yo quiero enamorarme de alguien que me ofrezca lo  mismo que yo: dentro de 20 años seguir siendo los mismos, aunque más grandes. Con arrugas que en lugar de ser tortura sean cicatrices que recuerden como pasamos la vida juntos, como sufrimos, nos reímos, y aprendimos a acentuar todo aquello por lo que nos elegimos.
Sí tengo autoestima y muy alta, porque tengo un amor por mí misma de esos que me van a durar hasta que la muerte nos separe. Ahora me falta encontrar ese afortunado con quien compartirlo.

Y por último, a los que me dicen "creétela un poco más", les voy a decir que yo me creo y mucho porque lo que más rescato de mi, es mi honestidad con el mundo pero sobre todo: conmigo misma.

Y pese a todo lo mal que me caiga Shakira me describió como si me conociera...




lunes, 18 de julio de 2011

Lo que mata es no sentir.

"
"Sólo porque alguien no te ame como tú quieres, no significa que no te ame con todo su ser."

Gabriel García Marquez.








Un día te das cuenta, que aunque te negaste siempre a darte más allá del cuerpo, los sentimientos te sorprenden y te invaden casi como una violación.

Y como es típico, cuando tu vida gira en torno al fracaso pero siempre dentro de un marco de coherencia, una vez que estás listo para dar ese paso a empezar a vivir y sólo porque al fín encontraste en quien depositar esa confianza que creías no tener en nada, nadie ni en vos misma, es un imposible.
Como decía Churchill: "El éxito consiste en ir de fracaso en fracaso, sin perder el entusiasmo". Hasta la primer parte, fui toda la vida una exitosa. No debería sorprenderme que las cosas siguieran por su curso natural.
Pero no, esta vez no me quiero resignar, y saben qué? Una vez más, lo que yo quiera es lo de menos, y es justamente lo que no va a pasar.
Puedo jactarme de no haber recibido nunca el corazón en partes, y la causa principal de esto es no haberlo entregado por completo. Nunca me pasó de mirar a alguien a los ojos, y saber que todo iba a estar bien de una u otra manera, hasta que lo miré a él.
Siempre me rodeé de amoríos furtivos, o romances intensos, que no podían pasar de romance. De ésos en los que yo fui siempre el hombre de la situación... Y ahora, encontré un hombre que es mucho más hombre que cualquiera, y hasta que yo misma.
Me toca no dar el corazón y tenerlo roto de antemano. Esta vez, no me lo quieren aceptar ni en calidad de préstamo. Y es mi culpa.
Negarse a sentir, es negarse a ver cuando se te presenta esa persona que es mercedora de todas tus ilusiones, porque lejos de romperlas, tiene el don de hacerlas realidad. 
Pero... cuando uno se venda los ojos a propósito a menos que uno mismo se saque la venda, o como me pasó a mí, que me la sacó un viento... no se entera de nada.
Caminar con los ojos vendados, lo único que trae por consiguiente es tropezarse, caerse, y a veces, uno ya no puede levantarse.
Él me tiende la mano mientras estoy en el piso, pero no me tiende ni sus brazos, ni su boca. Y yo siento que entonces, prefiero seguir ahí tirada.
Algunos sabores, es preferible no conocerlos. Porque una vez que los probaste, no poder repetir la cata, duele hasta en la piel. Ese sabor, tienen sus besos.
Cómo puedo pedirle que tire abajo sus juicios, si yo no tengo como derribar mi pasado?
Todos podemos equivocarnos, así como tenemos que aceptar que no es excusa válida para que el resto del mundo nos acepte errados.
Y aunque yo quiera contarle todo lo que podríamos ser juntos, él no es que no quiera escucharme, es que no quiere ser conmigo.
Y termino entendiendo canciones de desamor, las de amor no las voy a poder entender nunca.
Me miro entendiendo que no tengo nada que ofrecerle. 
El tan especial y yo tan común y ordinaria. Yo buscando su destino, y el huyendo del mío a toda marcha.
Hay momentos que son únicos, y rememorables. Hay que encontrar la manera de hacerlos repetibles.
Aún resignada a no despertarme nunca en su abrazo, no dejo de buscar la manera de que él pueda tener también esas ganas.
Porque aprendí que lo que mata es no sentir, cuando sentir por él me devolvió a la vida.

No son los besos lo que generan adicción... son sus ojos.

domingo, 3 de julio de 2011

De teorías erradas


                                                                                                                                "No te quedes inmóvil 
                                                                                                                                  al borde del camino
                                                                                                                                  no congeles el júbilo
                                                                                                                                  no quieras con desgana
                                                                                                                                  no te salves ahora
                                                                                                                                  ni nunca
                                                                                                                                          no te salves"

Mario Benedetti



No creo en el amor o más bien, no quiero creer. Hace rato le perdí la fé y las ganas a eso de brindarse entero y que te retribuyan con rasguños, de esos que calan hondo el alma, que la dejan irreparable. O tal vez no crea en que existe alguien capaz de pagarme de otra manera.
No creo en que dos personas puedan planificarse juntas, complementarse.
Me niego a someterme a reuniones familiares, a compromisos sociales, a exponerme a ir entregando partes de mi corazón como un todo, que me será devuelto en partes.
No quiero ser hipócrita, debo confesar que alguna vez amé, y me amaron. Pero la vida hizo que, pese a todo ese amor, no podamos juntar su camino con el mío y hacer de los dos uno por el cual transitar de a dos. 
Creo que el amor no muere nunca, cuando es verdadero, sino que muta. Este mutó en una amistad particular y cómplice, con diálogos de felicitaciones, de consuelo, de llanto sobre cualquier cosa que no implique a otros amantes. Aunque en silencio ambos sabemos que cada uno ha continuado con su vida, y es bueno. Eso de contar con alguien que te conoce en profundidad, que te vio vestida como una reina, como un ciruja y hasta desnuda; que conoce tus estados sin mediar palabra. A quien le cediste alguna vez unir los dos cuerpos en uno, entrar en tu anatomía. Y todo confluído en esa rara transmutación de sentir lazos de sangre, de esos que te llenan el alma y que son libres de sexo.
Así me dediqué a vivir desde el día en que recuperé mi soltería y la posesión de todos mis sentimientos.
Busqué relaciones intensas, pero con hombres que no quisieran compromisos. Quizás porque ya los tuvieran o porque su corazón estaba tan atrincherado como el mío. Constaté siempre que alguna de estas condiciones se cumpliera, traté de evitar a toda costa lo inevitable. Las ideas claras confunden, y pese a que lo que pude cosechar fue en su mayoría buenos amigos o conocidos, me quedó algún enamorado que no entendió bien la consigna, y al que no me dejó otra más opción que pagarle con momentos valuados en pocos centavos, por las suntuosas eternidades que me ofrecía.
Y así llegué a los 30: totalmente convencida de que "Susanita" era un personaje digno de todo tipo de burlas. Pensando seriamente en entrar a un quirófano a hacerme una lipoescultura, de esas que se mantienen con los años, los años vacíos de embarazos, hijos o noviazgos/maridos problemáticos.
En casa dicen que soy un varoncito con tetas (porque tetas tengo, ¿O cómo creen que me conseguí los enamorados?), siempre haciendo el juego de seducción acorde a la presa en la mira de ese momento, dejando sonar eternamente el teléfono después de haber conseguido el objetivo. Porque los juguetes nuevos, después de un corto tiempo de uso, pierden la gracia.
Quizás atendí algún llamado desde un sillón cómodo, y rápidamente corté con la excusa de estar manejando en medio de un terrible embotellamiento. Sin explicar, claro, que lo único embotellado eran mis sentimientos en algún envase inviolable del que no los pensaba sacar para entregárselos a nadie.
Todo marchaba sobre ruedas. Mi corazón aunque impenetrable, seguía intacto. Mi cuerpo no tenía dueños, pero lo prestaba de a ratos. La música no me recordaba la sonrisa de nadie, menos su olor, ni besos. La música era simplemente eso, música.
Recomendé este estilo de vida a cuánta mujer, hombre o el sexo que fuera, que acudió a mí llorando por su enésimo fracaso. Basada en una teoría (mala por cierto) de que la manera de vivir en paz, con uno y con el resto, era justamente esa: mantener separados a "uno" y a cualquiera que puediera ser "resto".
No era feliz, pero tampoco lloraba por nada.

Y entonces... en ese jardín prolijo que era mi vida, con el pastito cortado al ras y los arbolitos bien podados según un diseño exclusivo y preciso... en el medio me creció un Hombre.
Mierda!
¿Tenía que pasar ahora?
Lo ignoré, después disimulé y me hice la boluda. No sirvió nada.
Ojo eh! no estoy hablando de amor, no soy tan tarada ni contradictoria. 
El amor no pasa de un día para el otro, es cosa de valientes y yo le vengo huyendo de pura cobarde.
Y acá lo grave del asunto: él me llenó de coraje. 
Pero si algo tiene un Hombre, es que te conquista aún sin proponérselo. Y un "varoncito con tetas" como la que suscribe, no tiene los dotes como para devolverle el favor.
Entonces delibero conmigo misma sobre la conveniencia de intentar ser una dama que le arranque unas ganas irrefrenables de conquistarme, y fracasar en el intento. O bien seguir siendo esto que soy, intentar seducirlo... y fracasar en el intento.
Acá es cuando tomo conciencia de que se me cayó el reino. 

Lo miro decidida a contarle todo, a decirle que lo quiero cuidar, que quiero compartirme con él y que él se comparta conmigo. Pero carezco de poder de persuacion, entonces con el poco valor que me caracteriza, desisto.
Todo el personaje que construí con tantas de mis lágrimas, se me viene a desmoronar con un par de sus sonrisas.
De repente quiero volver a creer, y no sé si él es quien finalmente voy a llevar a algún cumpleaños, o va a presenciar las actitudes insanas de mi madre en algún evento navideño... o si simplemente es un puente a conocer al desafortunado predestinado a un futuro, corto o largo, al lado mío.
Lo que puedo asegurar es que probar y ver qué pasa es una opción que no me disgusta. 
Destapar la botella y darle libertad a mis sentimientos.
Salir al mundo con el corazón en la mano a riesgo de que resulte aniquilado no me asusta. 
Será que confío en que cuando todo es tan natural surge una historia amor, o una gran amistad. 
Quizás sea mi fé en la capacidad de reparanos el uno al otro, para al menos, y si no somos nuestro destino, podamos abrirnos a la chance de salir a buscarlo. 

Y si hay una prueba de que mi teoría era fallida, es esto de que la música vuelva a tener un rostro que la saca de ser simplemente música, para ser rock.


viernes, 1 de julio de 2011

La Historia Sin Fin




"Todo se desordena a través de ellos, 






todo encuentra su cifra escamoteada; 
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena 
hay una pausa en la obra de la nada,"

Julio Cortázar, Los Amantes



Esa noche llovía. Llovía con fuerza. De esas tormentas que el cielo se ilumina, que los truenos rompen el más profundo de los silencios.
Y lo que caía, de forma fina e intensa, no era agua, eran ganas, era deseo.
El cielo se iluminaba sí, pero lo que refucilaba, era el brillo de sus ojos.
Tronaban con potencia, a un volumen tan alto como para que sólo ellos lo escucharan, los latidos de sus corazones a ritmo acompasado.
Se miraban sin animarse a pronunciar palabra alguna, pero no hacía falta, sus miradas lo decían todo.
La de ella pedía a gritos que la besen. La de él mostraba esa sensibilidad diferente, que sólo los hombres de carácter duro pueden esconder tras su piel, y mostrar en sus ojos.
El aire condensaba diferentes aromas: un perfume seductor pero a la vez inocente, el humos de sus cigarrillos, los vapores de alcohol que emanaban sus vasos... esos tragos que mareándolos, los habían decidido a decirse todo lo que estaban sintiendo, pero sin mediar diálogo.
El frío asperaba sus pieles, pero las caricias que se profesaban a distancia prudente, las suavizaba.
Ninguno se animaba a romper ese campo magnético que a la vez que los unía, los separaba.
Hizo falta un movimiento descuidado de las manos de ella, que con la ternura que él le inspiraba, se acercó a su cabeza, para ordenarle el pelo desordenado.
Y ese campo que no habían podido quebrantar, pasó de ser magnético a uno de batalla.
Todas las sensaciones que llovían se arremolinaron, y sin ni siquiera pensarlo, de pronto sus bocas se encontraron en un beso tímido, como todos los primeros besos.
Se reconocieron perdiendo posiciones en esa guerra de vulnerabilidades, y descubrieron que lejos de perderla, de esa manera salían victoriosos.
Hasta acá llego. Y no es que no quiera contarles el final de la historia, simplemente no lo sé. Fui una simple espectadora, de la magia que se puede provocar con una confesión sin palabras.
A ellos todavía les queda darle el giro literario a ese cuento, decidir si entregarse los corazones para ser reparados o quedarse estáticos e incrédulos. 
Ellos deben desatarle el nudo a la historia, ese que tienen en el pecho y que sólo pude desenmarañarse con más besos y con poca charla. 






sábado, 25 de junio de 2011

Alfonsina sabía



Tú me quieres alba,



Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.

Alfonsina Storni




Antes de leer esto, como no quiero ser hipócrita les dejo un pensamiento que quizás se comprenda mejor con el siguiente texto:
"El amor no se sube a la cama, si me vas a coger, cogeme fuerte"
by @BastaMae

Leía un blog por ahí que hablaba sobre ese tema de que las mujeres pueden tener sexo sin amor, que de hecho lo tienen. Y sin correr riesgo a enamorarse. Y de repente, en este mundo que vivimos, donde todos tenemos a la mano tantos métodos para expresarnos de la manera más pública posible, me di cuenta de algo muy particular: las mujeres se están mostrando demasiado ávidas de sexo, pensando que la pose de femme fatal les va a garantizar candidatos a rolete, cuando en realidad ellos huyen despavoridos ante la posibilidad de tener lo mismo que pueden tener tantos otros sin hacer el mínimo esfuerzo. Y entonces empezamos a escuchar la clásica queja de "ya no hay hombres", "mi dildo es mi única compañía", "necesito sexo pero no hay candidatos" y todas las formas de queja femenina que se les pueda ocurrir. Esas que las mujeres hacen en papel de superadas, de revolcadora fatal buscando la atención de ese hombre súper interesante que ante estas exclamaciones hace oídos sordos. Y ni voy a hablar de la hipocresía de toda esta pancarta feminista, porque, y estoy segura de que las que me estén leyendo en este momento van a coincidir conmigo aunque no lo digan en voz alta, cuando el tipo es interesante, querés que te llame de nuevo.
Cuando lo único que querés es sexo, el adjetivo que le colocás a la víctima que tenés en la mira no pasa de un "se parte en 20" o "tiene pinta de que me rompe toda".
Entonces, trato de recapitular y de ordenar estas ideas que se me vinieron de golpe, inspiradas en mi buena amiga Efecto Clara:
Lo triste no es que no entiendan que podemos tener sexo y nada mas, lo triste son esos hombres que no pueden vivirlo de esa forma. Y que se enamoran del primer par de piernas que se abre ante ellos y si además razona, ni les cuento.
Igual creo yo, el papel de la ternura, de la dulzura y de la vulnerabilidad femenina es lo que conquista, amén de que quizás sea solo el papel que ejercemos en el juego de seducción. Hoy está muy de moda, igualar a mujeres y hombres en todos los ámbitos. Yo creo que algunas formas deben guardarse. Obviamente somos tan carne y hueso como ellos, pero el hecho de poder jugar al sexo débil nos genera muchos mas y mejores encuentros que mostrarnos tan putas como ellos. Lo importante es serlo, para que no nos hiera en nada, pero no parecerlo. Nos guste o no, la batalla que un hombre no nos gana nunca, es la de nuestras lágrimas, así sean de cocodrilo. Entonces, es cuando esta liberación que parecía garantizar orgasmos femeninos por doquier, se vuelve en contra.
Sí, ya sé, puedo parecer machista, y seguramente también lo sea. Pero para mí, la mejor manera de obtener lo que estamos buscando no es igualarnos a nuestro objeto de deseo. Nosotras queremos un hombre, y ellos quieren una dama. Es así, no le demos mas vueltas. Sus quejas sobre la falta de iniciativa del hombre así como todas sus muestras públicas de orgullo por como pueden chuparla o no, es lo que las está llenando de nostalgia de cuando si tenían algo que chupar.
No garpa la puta chicas, hay que empezar a asumirlo, hay que empezar a aceptar que las reglas están impuestas hace siglos, y nos gusten o no, en este caso, cuanto mas nos atengamos a ellas, mas nos aseguramos el éxito.
Cómo decía mi abuela, que para mi era santa y por algo para mi abuelo también: prostituta en privado y una dama en público.
Al fin y al cabo, pintarse a sí mismas como una devoradora sexual, genera miedo: nadie quiere perder su miembro viril.
Sí, es verdad, la fácil coge mas, pero peor. Las putas, están sobrevaloradas. Y no se olviden que después quieren ser tratadas como personas, lo que resulta incoherente, cuando ustedes mismas, nosotras mismas, nos mostramos como objetos.
No soy Sor Teresa, tuve algunas noches de sexo porque sí, y me las gané haciéndole creer a mis partenaires, que me iba a enamorar perdidamente.
Y si bien no busco un novio y no busco amor, porque simplemente soy incapaz de retribuir compromisos y esas cosas que una pareja trae... Busco que me respeten. Puedo hacer chistes, puedo chichonear, pero de seguro, al hombre que yo quiera meter en mi cama, le voy a decir que solamente quiero poder mirarlo bajo la luz de la luna y saben que? Da los mejores resultados. Después de todo, si aunque no lo demuestre, no quiero que me llame al otro día, tengo un identificador de llamadas que me advierte, o puedo dar mal el número de teléfono, o simplemente y desde la comodidad del sillón del living, decirle que estoy manejando. Al fin y al cabo, el nunca se enteró de mi trampa para hacerlo caer, no tiene por qué enterarse de mis métodos para ayudarlo a salir airoso.
Acá no está faltando inciativa masculina, sobra de la femenina. Y después de todo... de oferta se compra cuando a uno no le da el cuero para algo mejor.


viernes, 20 de mayo de 2011

Mi héroe en su tumba.


"... en el instante mismo en que alguien muere, su cuerpo mismo se transforma bruscamente en algo distinto, tan distinto como para que podamos decir "no parece la misma persona", no obstante tener los mismos huesos y la misma materia que un segundo antes, un segundo antes de ese misterioso momento en que el alma se retira del cuerpo..."

Sobre Héroes y Tumbas - Ernesto Sábato

En mi casa cuando yo digo que tengo un presentimiento, los teléfonos se ponen en rojo. Se desatan llamadas y llamadas a todas las personas que puedan conocer para saber si están bien y para advertirles: María Evita tiene un presentimiento... Me tildan de bruja quizás o de perceptiva. Nadie cree en ese tipo de cosas, pero nadie deja de discar números telefónicos de forma frenética. Calculo que debe tener que ver con algo que pasó cierta vez...
Yo estaba cumpliendo horario en la primer clínica en la que trabajé. Al almuerzo, esa sensación de "aire en la panza", "nervios" o como sea que lo bautice en el momento en que se presenta me invadió de forma violenta, pero muy violenta. Llamé a mi casa, preguntando si estaba todo en orden, mi abuelo era grande ya y me preocupaba tener alertas de algún tipo sobre él. La voz del otro lado, la de mi hermana, me decía que me quedara tranquila, que no pasaba nada de nada.
Me dispuse a quedarme unas horas mas. Era principio de mes, tenía que auditar todas las historias clínicas de cuanta persona hubiera pasado por San Timoteo y verificar que los médicos hubieran cumplido su trabajo de manera correcta.
Siendo las 19.00 hs suena mi interno, que obviamente no atendí. A esa hora o se equivocaban, o me estaban por hinchar las pelotas, mientras yo me reia de la cantidad de protóxido que se había usado en una cirugía para poder "inflar" a una persona de dimensiones descomunales.
Mi compañero atendió "por las la dudas" y empalideció: tras un "este llamado lo querés atender" tomé el tubo y escucho la voz de mi hermana entre llantos: mi papá estaba en coma.
Así y sin cambiarme, sin agarrar siquiera la cartera y con la plata que tenía en el bolsillo del ambo verde, salí a tomar el primer taxi que pasara. Previa escala en casa, buscando a mi hermana, llegué al Hospital Argerich. Curioso: allí no había nadie que hiciera mi trabajo... nadie controlaba que los médicos hicieran correctamente el suyo.
El parte era desalentador. Por supuesto, no me dejaron entrar a ver a mi papá. Las puertas de la unidad coronaria, estaban cerradas a cualquier visita, incluso las ajenas. Salió un médico a hablarnos, y pude divisar la panza de mi viejo, esa donde me dormí tantas siestas...
Nos dijo que había que esperar... Mi tía lloraba. Y yo la consolaba con la típica frase: "tranquila, que yerba mala nunca muere."
A las 22.00 HS me mandaron a mi casa, a sacarme el uniforme, y los zapatos, que había manchado con chocolate caliente.
En 5 minutos voló la ropa y tenía otra muda puesta, el "aire en la panza" me sacaba aire de los pulmones, no podía respirar. No me quedaba otra que recurrir al inhalador de budesonide, que de casualidad había venido en un bolsillo.
Suena el teléfono mientras me ato los cordones de mis topper blancas. (a los 20, usaba topper de lona siempre). El mensaje era claro: "corré que hay un parte nuevo".
LLegué al hospital y no necesité escuchar a nadie darme la noticia: desde la planta baja, oía un llanto, el de mi hermana.
Me dijeron alguna vez que presto mucha atención a la gente que amo, que probablemente sea eso lo que me alerta tanto cuando algo les está pasando.
Al otro día, me encontré eligiendo que cruz ponerle a la tapa que iba a cerrar mi vínculo físico con mi papá para siempre y al día siguiente, cuando ya la tierra engullía la última imagen... el inhalador se me cayo del bolsillo, y no lo necesité nunca mas.
No lamento ninguna de las dos pérdidas: soy feliz de no tener asma, y la otra... todavía no la asumo.
Soy mala para los duelos, los pierdo a todos.
Hay días en que lo llamaría por teléfono y caigo en la cuenta de que es demasiada larga la distancia para telecom. 
Tiendo a sentir que me acompaña todo el tiempo, quizás por eso es que no pueda asumir que ya no está.
Pero algunas veces, como hoy, pago por su abrazo. 
Algunas  noches pagaría por tener media hora de asma...

Ajam...

No esperes irte de acá con una sonrisa o con nuevos conocimientos. Esto es catarsis, es indirectas, es directas y es yo.




Gracias MX por ayudarme a expresar mejor la idea...